Mucho se ha escrito y opinado sobre la toxina botulínica, mas conocida como Botox. A menudo se ha demonizado este producto, cuando la clave es la técnica del profesional que lo emplea. Tampoco ayuda el aspecto “congelado” de algunas caras famosas que todos conocemos, con esas cejas de Maléfica, que son cualquier cosa, menos naturales.
Algo que no se suele comentar es que sobre todo está indicado en pacientes jóvenes para la prevención de arrugas dinámicas. En Medicina Estética hay algo clave: la prevención. Esto nos cuesta entenderlo, porque tendemos a pensar que un rostro joven no hay que tratarlo, y nos equivocamos.
Cuando tenemos ya cierta edad la toxina nos ayuda a relajar la musculatura. Aunque primero deberíamos reestructurar ciertas zonas, la zona temporal o la zona supraciliar para que esa toxina nos produjera no solamente una relajación, sino que ayudara a elevar y producir un efecto «flash» o efecto buena cara y mediata.
Según la Dra. Eva García Hervías el paciente no tiene que pedir la toxina, sino la toxina elegir al paciente. Por fortuna a mi la toxina me ha elegido hoy, y bajo sus expertas manos estoy preparada para recibirla.
La doctora identifica los puntos donde va a pinchar, según mi manera de gesticular, y con el efecto que ella quiere conseguir sobre mi rostro.
No es un procedimiento nada doloroso, de hecho ni siquiera requiere anestesia local, y una vez inyectado no conviene tumbarse en las cuatro horas siguientes, ni tocar la zona, ni sudar.
El efecto lo veremos a las 48 horas. Pero quedo citada en LUNIK en una semana para revisión y posible retoque. En todo momento estoy tranquila, recibiendo las explicaciones de la doctora que me da una gran confianza.
Me parece que ya es hora de hablar con total naturalidad e información sobre estos procedimientos estéticos. No os voy a contar el rollo de: tengo buena piel porque duermo 8 horas y bebo agua. Que también. Pero es mucho más honesto compartir las posibilidades que hay para mantener la piel con el mejor aspecto posible.
Para terminar me quedo con una frase de la Dra. García Hervías que me ha encantado:
«El mejor Botox es aquel que no ves».